sábado, 22 de marzo de 2014

Carta de Jesús Alcívar a Teresa Carreño

FICCIÓN

Querida Madame Carreño, le escribo estas líneas para expresar mi admiración total y respeto absoluto a una dama como usted. Me considero privilegiado por tener la dicha de hacer arte, hacer música; llegar al corazón de muchísimas personas, ejecutando un instrumento, el clarinete. Pertenezco a la Sinfónica Juvenil Teresa Carreño, una de las orquestas estandarte del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, fundado hace más de 30 años por el Maestro José Antonio Abreu, y que orgullosamente lleva su nombre.

Con esta orquesta he tenido la oportunidad de representar a Venezuela, en distintas ciudades del mundo; muchas de las cuales fueron visitadas por usted a lo largo de su carrera, para dar conciertos y recitales. Las críticas que obtuvo en cada una de sus presentaciones, son maravillosas. Imagino el honor que habrá sentido; como por ejemplo al tocar para el entonces presidente Abraham Lincoln en la Casa Blanca.

El poder debutar como solista con la Filarmónica de Boston y la Sinfónica de Londres a tan corta edad, es algo, de lo que no cualquier artista puede jactarse; mucho menos el consagrarse como solista de la Filarmónica de Berlín. Que privilegio el poder citar entre sus amistades a Johannes Brahms, Antón Bruckner, Richard Wagner, Clara Schumann, Grieg, Liszt, entre otros.

Siempre he reflexionado con respecto a su ida fuera del país, siendo muy niña. Permaneciendo acá en Venezuela, ¿Hubiese podido ser la gran artista que hoy es?, ¿Llegaría a convertirse en una de las pianistas más prolíficas de América Latina durante los siglos XIX/XX?. Quién sabe, tal vez si, tal vez no. Mi duda no radica en la posibilidad de preparación y el desarrollo de su talento dentro de nuestras fronteras; sino mas bien en el hecho curioso de que como dicen algunos “nadie es profeta en su tierra”. Esa actitud de la “alta sociedad” caraqueña de no asistir a los conciertos de la temporada de ópera (1887) que usted organizó por encargo del presidente Guzmán Blanco, simplemente por ser una mujer divorciada, es algo que genera mi reflexión.

No estoy de acuerdo con el gran maestro Brahms, en decir que usted es “un verdadero pianista” sugiriendo masculinidad a su talento, por la maravillosa forma en la que ejecuta el piano, usted es una pianista, una gran pianista, una mujer que ha dejado el nombre de Venezuela muy en alto, en los escenarios más importantes del mundo, y que nació para revolucionar las técnicas de ejecución más ortodoxas, con lo que usted misma ha denominado: “el arte de jugar con el piano”.

La muerte de su madre, la muerte de su padre, el fracaso en el cual pudieron haber desembocado sus matrimonios, la distancia que la separó muchas veces de sus hijos(as) por sus numerosos compromisos artísticos, fueron duros golpes que debió afrontar en determinados momentos de la vida; los cuales sobrellevó de forma ejemplar, digno de la mujer venezolana. Y digo venezolana porque a pesar de haber estado solo diez años (en total) aquí en su patria natal, la identidad venezolana es algo que conservará hasta sus últimos días.

Para mí, usted Madame Carreño representa la concepción de artista integral hacia la cual todos deberíamos perfilarnos. Pianista, cantante, directora, compositora, entre otros muchos atributos que la vida ha ido extrayendo de su humanidad, de acuerdo a las circunstancias que ha experimentado en momentos puntuales de su trayectoria artística y evolución personal. 

Me deprime en demasía las injusticias de la vida. Llegó hasta mis oídos la triste noticia, de que le fue detectado, parálisis del nervio óptico que amenaza con extenderse al cerebro; hecho que la ha obligado a reorganizar su agenda, y suspender conciertos (en contra de su voluntad). Me han dicho que se le ha ordenado reposo absoluto, a lo que humildemente me permito acotar: “es justo y necesario” Maestra Teresa.

Sin duda alguna, el tener que dejar de hacer lo que uno ama hacer, por circunstancias fortuitas, sin poder decidir cuándo ni cómo, es algo que no se le desea ni al peor de los enemigos.

Es un verdadero placer y honor para mí, que me hayan escogido para redactar esta carta, en representación del movimiento artístico musical venezolano. De la cual tengo entera certeza que llegará a sus manos, y que por sus dificultades visuales, le será leída. Así me lo ha prometido Selene Quiroga, quien desde ya, adelanta escritos sobre la Gran Teresa Carreño, desde una óptica libertaria. Para que cuando ya no esté físicamente con nosotros, podamos trazarnos un mapa, que nos permita crecer como artistas y como personas a través de sus experiencias. Enseñanzas por así decirlo, que nos deja en valiosa herencia una mujer como usted, que al abandonar este plano terrenal, debería acompañar a los próceres de la patria, en el Panteón Nacional.

Sin otro particular al cual hacer referencia, se suscribe de Ud., a los diez días del mes de Diciembre del año en curso,

Jesús Alcívar*

*Carta presentada al "Concurso Escríble una carta a Teresa", organizado por Selene Quiroga, con motivo de la publicación de su libro Mapa de un alma: Teresa Carreño, diciembre de 2013. Esta epístola resultó ser la carta ganadora de dicho concurso.
**Clarinetista de la Sinfónica Juvenil Teresa Carreño, además de director artístico y clarinetista del Ensamble Raudal, grupo de música instrumental venezolana que fundó en 2004. También es integrante del Cuarteto de Clarinetes REUM de Venezuela y como investigador indaga sobre el rol del clarinete en la historia de la música venezolana.