martes, 23 de julio de 2013

La Teresa de nuestro tiempo

Por Jesús Eloy Gutiérrez
“El City of Washington vagaba de ola en ola
y se alejaba más y más de la ruta común.
El rescate parecía improbable y, por último,
imposible. Los alimentos escaseaban; cundió
el terror entre los pasajeros; las mujeres que
No estaban demasiado mareadas se ocupaban
En rezar y lamentarse”…
Marta Milinowski

La Venezuela de comienzos del siglo XXI parece un barco a la deriva. Al mirar hacia el pasado en busca de una referencia civil nos encontramos con la figura de Teresa Carreño, quien en una sociedad sumida en el atraso cultural, social, político y económico, se sobrepuso e hizo su propia revolución. Una revolución que poco a poco afectaría a muchas personas. Ella fue en la búsqueda de su ser, ese maestro y guía que llevamos dentro. Lo domesticó y lo materializó en sus interpretaciones pianísticas, en sus composiciones, en su entrega como profesora de piano y en la perfección que le imprimió a cada una de las actividades que hizo. Este año se conmemoran 160 años de su nacimiento, importante acontecimiento para la historia de la música y para Venezuela, ocurrido en Caracas el 22 de diciembre de 1853.

Teresa Carreño dejó una huella imborrable que ha servido de referencia en muchas partes del mundo, donde su arte fue comprendido y admirado. Lamentablemente en nuestro país, su legado permanece en el olvido y muchos venezolanos ignoran la historia de su vida y hasta lo que hizo. La magnitud de la obra de Teresa deber ser doblemente reconocida. A la caraqueña le tocó desarrollarse como artista en un mundo básicamente dominado por el género masculino, pero aún así dominó las adversidades e impusó su personalidad arrolladora y cautivó a hombres y mujeres con los fenomenales trinos y octavas, con sus fabulosos pasajes de arpegios. Las sonoridades de su piano o el ímpetu de su personalidad dibujan su vida.

Teresa: la gran concertista

Luego de más de casi un siglo de su desaparición física, su recuerdo sigue siendo centro de interés y se rememora la buena prensa que le acompañó toda la vida. ¿Pero qué hizo Teresa para que hoy en sitios tan lejanos como Berlín, Madrid, La Habana, París, Londres, Nueva York, Coswig o Praga, se le recuerde entusiastamente? O ¿Qué diversas personalidades del mundo muestran preocupación por investigar su vida y su legado, mientras otros se interesan por interpretar sus composiciones.

Simplemente con su arte llevó el nombre de Venezuela a todos los continentes, presentándose desde los principales países de Europa, hasta Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y África del Sur. Esa experiencia que le permitió entrar en contacto con las más destacadas personalidades del momento, tanto de las artes como de la política de entonces, en los días en que el país no tenía un servicio exterior organizado. Teresa fue una especie de embajadora venezolana de la música, del arte, de la armonía.

Teresa: la compositora

La obra musical de Teresa, dedicada esencialmente al piano, está constituida por composiciones en forma de estudios, obras descriptivas, fantasías, aires de danza y varias piezas para coro. Sus inicios en estas lides datan de 1860 cuando creó piezas publicadas años más tarde en Boston, de las cuales, una polka, fue estrenada un año más tarde en el Teatro Caracas por la Banda del Batallón Concepción.  Se cuenta que Manuel Antonio debía escribir las melodías que su hija creaba en el piano, porque Teresita aún no podía plasmarlas en papel. En aquella época era común que, en las casas de cierta posición social, las muchachas tocasen o compusieran valses para piano.
De acuerdo con la primera biógrafa Marta Milinowski, los inicios de Teresa como compositora: “se caracterizan por todo género de intrincadas dificultades. Cuando ella tenía interés en perfeccionar pasajes rápidos, escalas en octavas, saltos peligrosos -y su favorito de siempre- el trino, reflejaba esta preocupación en sus creaciones. Naturalmente tenía también reminiscencias de obras que estudiaba entonces de algún compositor del momento, fuera éste Gounod, Chopin o Liszt”.
Observando el asunto como una mirada amplia, notamos que las composiciones de Teresa estaban determinadas por las circunstancias personales o profesionales que atravesaba para el momento en que escribía: La emoción de conocer a Gottschalk la llevó a componerle un vals, que va ser su primera obra publicada; la muerte de su madre fue motivó para que escribiera La cesta de flores, op. 9; Marcha fúnebre, op. 11; La oración, op. 12; Queja, op. 17 y La partida, op. 18
Cuando conoció a Rubinstein sus composiciones se impregnaron de virtuosismo. La etapa más prolífera en composición, especialmente las obras para piano, datan de antes o alrededor de 1872, pues a posteriori, sus matrimonios, sus constantes giras y la maternidad no le dejaron tiempo para que se dedicase plenamente a esa actividad.
La más conocida de sus piezas es el vals Teresita, dedicada a una de sus hijas, se hizo tan famoso en Europa que fue necesario hacer arreglos para piano (simplificado), mandolina y guitarra, piano a cuatro manos, piano y violín, piano, violín y violoncelo, acordeón y orquesta (grande, pequeña y de cuerdas). Esta pieza fue publicada por primera vez por la Casa Fritsch de Leipzig en 1896, aunque desde seis años antes, era con la que Teresa cerraba todas las presentaciones.
Teresa escribió algunas piezas dedicadas a Venezuela: Himno a Bolívar (para tenor solista, coro mixto y orquesta), basado en un texto de Felipe Tejera (1846-1924); Saludo a Caracas (para piano), el Himno al Ilustre Americano (para barítono, coro mixto y orquesta) y Danza venezolana. Los estudios sobre sus composiciones consideran que las piezas de mayor madurez y profundidad son el Cuarteto en Si Menor (para cuerda) y Serenata (en cuatro movimientos para orquesta). Nos llama la atención que apenas hace un par de años se estrenó la Serenata… por la agrupación cubana Camerata Romeau.

El compositor y pedagogo musical venezolano Juan Bautista Plaza (1938), refiriéndose al conjunto de la creación de la Carreño, considera que de toda su producción lo más conocido son sus obras para piano: piezas de salón en su mayoría, de corte e inspiración románticos, y por lo general de difícil ejecución. Por otra parte, el profesor Juan Francisco Sans comenta que las creaciones de Teresa “puede dividirse en cuatro grandes grupos: las “obras con número de opus”; las “obras de madurez, sin opus”; las “obras escritas durante su infancia en Caracas, sin número de opus” y las “obras perdidas mencionadas en los documentos”. 
Llama la atención el último grupo, que si lo unimos la “difícil ejecución” considerada por Plaza, se presentan como razones de sobra para que su actividad como compositora siempre se haya relegado a un segundo plano, contribuyendo aún más a su desconocimiento. Pero que pudiera subsanarse si impartieran cursos dedicados a estudiar todas sus composiciones que tenemos disponibles, además de enseñar su técnica y método, sustentado en fundamentos para el uso artístico de los mecanismos y funcionamiento de los pedales del piano. ¿Por qué en Venezuela no existen cátedras de piano dedicadas al estudio y difusión de ese legado?

Su eterno regreso a Venezuela

Teresa dijo una vez: “He amado a Venezuela, la he amado a veces por sus desgracias, otras por la generosidad de su naturaleza y siempre como una madre irremplazable. En su seno quiero dormir el sueño de la tierra. Es allí donde quiero que reposen mis cenizas”. Su primera biógrafa logró que ese sueño fuese realidad. En 1935 logró que el gobierno venezolano decretase la repatriación de los restos de Teresa Carreño al país, lo cual se realizó en febrero de 1938, gracias a la labor de Rudolph Dolge, Salvador Llamozas y de la propia discípula de la Carreño. Las cenizas fueron colocadas en el Cementerio General del Sur dentro de un ánfora de bronce, obra del escultor venezolano Nicolás Veloz; allí permanecieron hasta finales de la década de los setenta.
En una Caracas signada por la agitación política y social producto de un período de transición se llevó a cabo el acto de repatriación, al cual asistió el Presidente de la República, Eleazar López Contreras (1883-1973), los ministros del gabinete, el Gobernador del Distrito Federal, familiares de la pianista, representantes de la Academia Nacional de la Historia, del Ateneo de Caracas, de la Unión Musical de Venezuela, del Ateneo de Valencia, la comisión organizadora del homenaje, y personalidades del mundo político, intelectual y social venezolano. Ese país convulsionado por el caos político que le vio partir en dos oportunidades, en este aspecto no había cambiado mucho en los días de su retorno definitivo, ya en el siglo XX.

En el siglo XIX, más de medio siglo había trascurrido desde que vio su tierra natal por última vez. Veintitrés años de ausencia no fueron suficientes para reconciliarse con su país. Ella lo intentó. Dio lo mejor de sí en sus giras de conciertos por ciudades importantes del país; cantó, preparó una temporada de ópera, dirigió la orquesta de la ópera, se ofreció como profesora y hasta se planteó quedarse si se le aprobaba el proyecto del conservatorio de música de dimensión continental. Pero la realidad pudo más que los deseos de la artista. Sus últimos días en Venezuela chocaron con la fortaleza y la disciplina que se había formado desde temprana edad. El país no estaba exento de inestabilidad política, calamidades varias ni improvisaciones.

Su traslado al Panteón
Unos años más tardes: A los sesenta años de su fallecimiento, gracias a las gestiones de la Directora General de la Asociación de Autores y Compositores Venezolanos, María Luisa Escobar, los restos de la pianista fueron exhumados y trasladados al Panteón Nacional, el 9 de diciembre de 1977. En esta ocasión se realizó una ceremonia que contó con la asistencia del Presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, el ex-presidente Rafael Caldera y la escritora Lucila Palacios, entre otras personalidades del mundo político, militar y cultural del país. Al mismo tiempo, sus pertenencias provenientes de Estados Unidos, llegadas dos décadas atrás clamaban por que se creará ese museo destinado a resguardar su memoria. Debía trascurrir aún una década más para que esa idea comenzara a materializarse.
De ese momento están vigentes las palabras de Lucila Palacios, quien manifestó en ocasión de su discurso en Panteón que: “Hay que seguir los pasos a la trayectoria de Teresa, sus reacciones anímicas, su sensibilidad artística, para formarse una idea cabal de tan extraordinaria personalidad. Las nuevas generaciones apenas la conocen”.

Se llama Teresa Carreño

A finales del siglo XX, cuando los gobiernos democráticos intentaron reivindicar a personajes civiles de nuestra historia, la figura de Teresa Carreño se impuso con fuerza en el quehacer cultural venezolano. Así, su revolución personal que la convirtió en una gran artista, se presentó como una virtuosa, digno ejemplo a considerar. Diversas agrupaciones e instituciones que decidieron denominarse Teresa Carreño o emplear ese nombre para algún evento de importancia. 
El ejemplo más impactante es la Fundación Teresa Carreño: constituida en 1973 con el objetivo de administrar el complejo cultural que se construía en Los Caobos y que hoy lleva ese nombre. Este año arriba sus cuarenta años de existencia. Como parte de la estructura de esta institución surgieron el Coro de Ópera del Teatro Teresa Carreño y el Ballet Nacional de Caracas Teresa Carreño, los cuales en algún momento de su historia han adoptado simplemente el de Ballet Teresa Carreño o Coro Teresa Carreño.

En 1974 el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA) creó el Concurso Latinoamericano de Piano Teresa Carreño, el cual pasó a ser organizado en 1978 por el Instituto Latinoamericano de Investigaciones y Estudios Musicales (hoy Fundación Vicente Emilio Sojo), y en 1998 tuvo una nueva edición organizada por la Fundación Teresa Carreño. Desde entonces, este concurso se mantiene en el olvido, a pesar de que en sus nueve ediciones se convirtió en uno de concursos de piano más prestigiosos del continente.

En mi breve biografía sobre Teresa, dije hace ya algún tiempo que: “También se conoce una Academia de Música Teresa Carreño (de Barquisimeto), una agrupación de danzas folklóricas, un dúo pianístico (conformado por María Teresa Campos y Rosella Pezzuti), un cuarteto, una escuela de ballet y diversas unidades educativas, entre otras agrupaciones e instituciones, bautizadas con ese nombre”.

Tampoco la idea acá es hacer un inventario de todas las instituciones que llevan el nombre de Teresa Carreño, simplemente, quiero significar con ello, el homenaje que se le rinde a su memoria nombrándose Teresa Carreño. La pregunta viene a continuación: ¿Conocen realmente el legado de Teresa Carreño? ¿Existe un real interés en difundir la obra y su significación para la historia local y universal? Solamente un ejemplo: veamos el caso de la Sinfónica Juvenil Teresa Carreño de Venezuela, creada en 2007 e integrada por 160 músicos, de edades comprendidas entre 15 y 25 años y que debutó en 2009 con un concierto en la Concha Acústica del Parque Los Caobos en el marco de la celebración del 442 aniversario de Caracas. 
Cuando nos enteramos del acontecimiento lo primero que pasó por nuestra mente fue: “al fin se hará justicia con Teresa Carreño; existirá una orquesta dedicada exclusivamente a estudiar, interpretar y difundir el legado de la máxima artista venezolana”. Y quién mejor llamado a hacerlo que el Sistema de Orquestas, gracias a su proyección nacional e internacional. Si embargo, en su primera presentación en la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño su programa estuvo conformado por obras de Tchaikovsky, lo que no ha cambiado en posteriores presentaciones.

Aclaro: Para algunos venezolanos la figura de Teresa Carreño representa una especie de “ícono” civil que ha contribuido a la definición de nuestra nacionalidad, esa que comenzó a configurarse definitivamente en el siglo XIX, siglo del nacimiento de Teresa. Sin embargo, siguen las preguntas rondando: ¿Se ha hecho lo suficiente para dar a conocer al conjunto venezolano la obra y vida de la máxima artista? ¿Se ha hecho la proyección nacional e internacional de composiciones? ¿Por qué las orquestas venezolanas no incluyen alguna pieza de Teresa en sus programas de giras internacionales?

Homenajes en Venezuela
Hagamos un inventario: En Venezuela, en 1938 con motivo de la repatriación de sus restos se le rindió un homenaje en el Teatro Municipal de Caracas, con una velada artístico-literaria donde destacó el discurso pronunciado por Juan Bautista Plaza. Igualmente ese mismo año, motivado también por la repatriación, el Instituto Postal de Venezuela emitió una serie de estampillas en su honor.
Durante 1953, año del primer centenario de su nacimiento, se realizaron varios eventos por tal motivo. La Unión de Mujeres patrocinó el concurso “Esbozo biográfico de Teresa Carreño”, con un jurado integrado por Mariano Picón Salas (1901-1965), Eduardo Lira Espejo (1912-1980) y Antonia Palacios. 
Resultó ganadora la obra Esas manos cumplen cien años, de Héctor Mujica. El ministro de Educación, José Loreto Arismendi, aprobó una programación que incluía la celebración de un “certamen de compositores”, una exposición de cartas, fotos y objetos de Teresa Carreño, la realización de tres conferencias, la emisión de un sello de correo con su esfinge, la edición de un cartel alusivo, un concierto con sus obras y el otorgamiento de una beca de dos años a la estudiante de piano venezolana Nilyan Elena Pérez. El Concejo Municipal del Distrito Federal develó un busto suyo en los jardines del Paseo El Calvario, obra del escultor Pedro Basalo.

El Teatro Municipal de Caracas fue testigo de un nuevo homenaje a la Carreño realizado el 25 de diciembre de 1970. Ese día se presentó Rosario Marciano bajo los auspicios del Concejo Municipal y la Gobernación del Distrito Federal, ofreciendo un concierto con un programa similar al interpretado por Teresa Carreño el 25 de octubre de 1885 en el mismo piano Weber del siglo XIX, el cual había sido restaurado dos años antes en Viena por Alfred Watzek, gracias a gestiones de la propia Marciano y de Eduardo Tamayo Gascue. Dicho instrumento pasó luego al Teatro Teresa Carreño en 1987.

Entre diciembre de 1975 y enero de 1976 el Concejo Municipal del Distrito Federal, el Ministerio de Educación Nacional y el Museo del Teclado, realizaron la exposición Teresa Carreño: su vida en documentos, donde se presentaron algunas de las pertenencias y documentos de la artista, gracias a la labor de Rosario Marciano.

En época reciente, se han realizado diversos homenajes y eventos con la finalidad de enaltecer su figura, como conciertos, festivales, exposiciones o emisión de sellos postales. En la última década se recuerdan como eventos de notoria repercusión pública: el homenaje del Instituto Universitario de Estudios Musicales (IUDEM, 2001), la aparición del disco de la pianista venezolana Clara Rodríguez (2002), el montaje de la obra de teatro para niños Teresita, de Heli Berti, por el Teatro Tilingo; el homenaje del Coro de Ópera del Teatro Teresa Carreño con el espectáculo Tutta Voce; el ciclo de conciertos del Teatro Baralt de Maracaibo (2003) y el homenaje que organizamos en 2007, en colaboración entre la Fundación Teresa Carreño, la Biblioteca Nacional de Venezuela y el Panteón Nacional: Teresa Carreño: 90 años después, que incluyó diversas actividades.

Sala de Exposición Teresa Carreño

Además de nombrar Teresa Carreño al complejo cultural más importante de Venezuela, símbolo de la cultura nacional, el mayor homenaje que se la ha podido rendir es la sala de exposición permanente del Teatro Teresa Carreño, donde se resguardan documentos y objetos (cartas, manuscritos, fotos, trajes, partituras) y el piano de Teresa Carreño. 
Fue abierta al público en 1988, cuando fue inaugurada gracias al apoyo económico de la Fundación Neumann, mediante gestiones del entonces Gerente General del Teatro Elías Pérez Borjas, quien logró obtener en comodato las pertenencias de la pianista donadas por el Vassar College al Concejo Municipal del Distrito Federal, así como el piano Weber, utilizado especialmente por Teresa cuando vino a Caracas en 1885. La curaduría de la sala, desde su inauguración, fue responsabilidad de Arturo González hasta 2009. Sin embargo, esta sala fue cerrada hace más de dos años y su apertura es incierta. Esperamos que pronto los venezolanos y visitantes puedan contar con este espacio nuevamente, con una visión renovada.

En contraste…

En el exterior, rendirle honores a la Carreño en los países que cautivó con sus interpretaciones, es algo que no pasa desapercibido. Durante 1989, en el Teatro Intar de Nueva York se realizó el espectáculo “Carreño, A One Woman Classical Musical”, creado por Pamela Ross y Gene Fankel sobre la vida y obra de la pianista, el cual combinaba la actuación y el recital. Al año siguiente, este mismo espectáculo vino a Venezuela, para ser presentado en la Sala José Félix Ribas con los auspicios del Ateneo de Caracas y la Asociación Venezolana de Conciertos. ¿No debió ser al contrario? Que un espectáculo de esta dimensión fuera producido y generado en el país y exportado. ¡O que una propuesta con características parecidas se haya llevado a escena!

Estados Unidos
En 1999, una muestra representativa de su repertorio fue interpretada por la pianista Carmen Rodríguez Peralta en el Auditorio del Corcoran Gallery of Art de la ciudad de Washington, dentro de la programación cultural de la Embajada de Venezuela en Estados Unidos. Rodríguez Peralta se ha dedicado a la ejecución de piezas musicales de Teresa Carreño y a la investigación histórica de su obra. En tal sentido, ha sido editora de los trabajos para piano de la Carreño, publicados por Hildegard Publishing Company en 1996, y en el año 2000 el disco compacto Teresa Carreño: Solo Piano and Chamber Works. Conocemos otros ejemplos de músicos que están estudiando e interpretando las composiciones de la venezolana, como el caso de la pianista brasileña residenciada en Estados Unidos, Alessandra Feris.

La Colección Teresa Carreño del Vassar College-Nueva York

También en Norteamérica. Uno de los repositorios documentales más importante del mundo se encuentra precisamente en Estados Unidos. Se trata de una colección formada en 1941, a partir de la adquisición del legado de Teresa Carreño por el Departamento de Música del Vassar College. Está integrada por música impresa y manuscritos, libros de música, material pedagógico, cartas de y para Teresa, álbumes, programas de conciertos y fotografías de la artista.

Alemania
En Alemania se han realizado varios homenajes en su honor: el primero del que se tiene referencia se efectuó en Hamburgo con motivo de los setenta y cinco años de su nacimiento, organizado por una compañía de radio y la Dirección del Colegio para la Ciencia de los Pueblos de “Hans Bredow”. Numerosas son las regencias en todos estos años. A finales del siglo pasado, en Dresden se efectuó un nuevo homenaje para conmemorar los cincuenta años de su desaparición física (1967). Veintidós años más tarde, el Consejo de la ciudad de Coswig, la designó como “Ciudadana honorífica (post-mortem)” en reconocimiento a su labor en pro de esa ciudad, donde Teresa vivió varios años.

 “Villa Teresa”, Coswig-Alemania

Es una casa ubicada al lado del embarcadero de Kötitz (Coswig), construida junto a un extenso parque en 1874. En ella, entre 1892 y 1895, Teresa Carreño y su esposo Eugène D’Albert pasaban los veranos luego de sus temporadas de conciertos. En 2002 fue restaurada totalmente e inaugurada con el mismo nombre que D’Albert le puso en su época: “Villa Teresa”. Actualmente funciona como una sala de conciertos para la región de Meissen y la Sociedad Teresa Carreño.

Londres

En Londres, nos parece que el homenaje más importante que se le rinde a la venezolana universal es el Concurso Teresa Carreño del Royal College of Music, certamen en el cual los jóvenes pianistas ganadores del premio tocan un recital en el Bolívar Hall, espacio de la Embajada de Venezuela en ese país. El mismo se otorgó por primera vez en 1978 como iniciativa del doctor José Luis Salcedo Bastardo, Ministro venezolano de Estado para la Ciencia, la Tecnología y la Cultura. Este evento lo asumió en los años posteriores el Royal College of Music. Además son numerosos los eventos que se han registrado en homenaje a la caraqueña. El nombre que más a sonado últimamente, vinculado a ella, es el de la pianista venezolana Clara Rodríguez, quien la década pasada acompañó a la actriz inglesa Karin Fernald en un programa en el que se contaba la vida de Teresa Carreño: Liszt en faldas, un espectáculo de gran éxito, que ameritó varias presentaciones en el Royal Festival Hall, el Bolívar Hall y otros espacios. Recientemente, también, Clara Rodríguez le rindió tributo en los espacios abiertos del Southbank Centre de Londres (2010).

Notas finales…

se ha dicho de ella que al oírla se percibe el
olor del aire de la pradera y
el tronar de los volcanes sudamericanos
Ida María Lipsius, 1902

La historia de la Teresa de nuestro tiempo está por escribirse. Esa mujer venezolana de comienzo del siglo XXI, emprendedora, trabajadora, luchadora, protectora y soñadora, tiene en la Teresa decimonónica una referencia ejemplar. Pero no lo sabe, no se ha enterado. La historia de esa Teresa que cautivó al mundo con su arte no le ha llegado. No veo desatinado constituir un equipo de investigación dedicado al indagar sobre la artista y que apoyándose en conjunto de profesionales de diversas áreas como la comunicación, la educación y las artes, puedan formar una gran cruzada por difundir el legado y la ejemplaridad de la vida de Teresa en Venezuela y el extranjero. Un personaje único en la historial nacional, latinoamericana y universal.


Ese barco a la deriva tiene muchos faros, inmersos en la profundidad de la historia nacional, que lo pueden guiar. Solo basta con darle la importancia que les corresponde. Teresa, como esa luz resplandeciente en tiempos del siglo XIX, nos enseñó que la cultura era producto de la observación de la naturaleza, de la propia historia de los seres humanos y de las realizaciones espirituales o materiales, como la arquitectura o la poesía. La libertad, la constancia, la disciplina y el amor en lo que hacía la llevaron al camino de la eternidad.

Caracas- Madrid, Julio de 2013




2 comentarios:

Unknown dijo...

Una ser humano extraordinaria digna prócer del arte, inspiración
para todo artista y para mi como cultor en la danza

Jesús Eloy Gutiérrez dijo...

Así es, gracias por tus palabras. Ojalá se pueda recrear algún aspecto de la historia de Teresa Carreño desde la danza