Por Dayana Rada
En
el cuarto donde está su piano se oye un llamado de atención, es la nota musical
SOL que se dirige a LA. Es una tarde de mucho sol, puede ser en
la ciudad de Londres, París o New York, hace más de un siglo, específicamente
en el año 1872.
Es difícil ubicar la ciudad debido a que su
talento la hacía viajar mucho y no solo a ella, sino al público que se
deleitaba con sus interpretaciones.
Teresa
Carreño se sienta al piano a tocar como es costumbre y en un pentagrama en
blanco comienza a escribir algunas notas musicales requeridas en su nueva
composición.
Sin
darse cuenta comienza a sudar por el calor de la tarde o por el calor de la
creación musical, tiene las manos húmedas, y se le dificulta tocar el piano. Decide
abrir las ventanas, hay algo de brisa y sale de la casa a refrescarse un poco.
Hey,
pssss, LA ¿qué te parece? Ahora se fue a refrescar y deja el trabajo a
la mitad, ¡esta Teresita!, aunque he escuchado que es una de las pianistas más disciplinadas,
sin embargo, se fue y dejó de componer.
—
LA: ¡déjala tranquila!, tú
siempre pendiente de la disciplina, relájate.
—
SOL, molesta expresa: ¡ay,
sí!, Tú tan relajada como siempre.
—
Cuando SI escucha, manifiesta: yo
no soy relajada, SOL.
—
LA ríe jajaja, no es contigo, hermana,
es conmigo, SOL no te ha mencionado.
—
Aclaren,
afirma sonriente SI; eso
es lo malo de tener un nombre tan común,
todo el mundo dice: si para allá, si para acá.
—
DO: claro, siempre vas a escuchar
tu nombre. ̶ Todas ríen en coro.
—
FA, MI y RE, -ausentes hasta ese momento en el diálogo deciden
participar.
—
RE: nosotras tres también tenemos
calor, FA — enfáticamente apoya a RE
y MI, agrega sarcásticamente
— Hace mucho calor, debe ser por eso que LA, no está en su puesto.
Todas
las notas musicales giran para a
ver a LA y observan que está subiendo del segundo espacio del
pentagrama, para llegar a la quinta línea, dejando el puesto en donde la ubicó Teresa.
LA mira
hacia abajo, se sonroja, sonríe y dice: “no me vean como si yo fuera una
rebelde sin causa”. Con ese desplazamiento usurpa el puesto de alguna de sus
hermanas, y por esa acción cambia de nombre, debido a que las claves son como
los papás de las notas, dictan la altura y el registro de las mismas, las que
determinan el nombre de las notas musicales, son las claves.
La
más estricta de todas es SOL,
porque no solo es una nota, sino que también tiene el nombre de una clave
musical al igual que sus hermanas FA y DO.
SOL, con
voz autoritaria se dirige a LA — ¡Vuelve
a tu lugar LA!, Ella no quiere, se
siente cómoda en el lugar que escogió, sin embargo, SOL insiste y ella
vuelve a su puesto.
—
LA (molesta) confronta a MI y le pregunta: ¿por qué me
delataste? te hubieses quedado callada y nadie se hubiese dado cuenta. Siempre
queriendo quedar bien con SOL, como
si el resto no tuviese importancia para ti, todas somos hermanas.
—
MI: tenemos un orden y hay
que cumplirlo.
—
DO: no somos autónomas, Teresa es
la que dispone de nosotras según la guíe el espíritu de su composición.
—
LA (porque seguía molesta) dice: ay
DO, capaz y cuando vuelva Teresa me coloca en el espacio que yo quería.
—
No seas malcriada, aprende a respetar los
deseos de la compositora. No ves o mejor no escuchas como al final, la unión de
nosotras siete, junto con los diferentes tonos, sonidos y claves que existen,
producen la música que es tocada, escuchada y bailada por las personas que
disfrutan de las melodías o canciones que nosotras ayudamos a construir.
SOL le da
las gracias a DO, siempre tan atinada, no como otras indisciplinadas…
—
SI, que por lo general es
cómplice de LA, dice: yo pienso que mientras Teresa no se dé cuenta LA
puede jugar un poco, además el calor incomoda mucho. En señal de apoyo LA
le guiñe el ojo a su hermana.
De
repente en aquella atmósfera, un poco cargada, se produce una alteración en FA,
quien despierta a su prima FA SOSTENIDO. Las dos se molestaron con LA, gritaron produciendo un sonido
ensordecedor y exclamando: “¡hay que respetar los deseos de Teresita!” El resto
de las notas dicen que también pueden opinar, las neutrales o intermedias como
lo son MI y SI no toman
partido, parecen árbitro de un juego de fútbol, porque van de un lado al otro,
y pueden estar tanto con los agudos, como con los graves.
Entre
más discuten, más se alteran. Se empujan entre sí, caen desordenadas en el
pentagrama y es tanto el barullo que hasta las que iban en el pentagrama
destinadas a la mano derecha, caen en el pentagrama de la mano izquierda. Algunas
suben de un pentagrama a otro para seguir discutiendo, son hermanas, pero están
peleando, la partitura se vuelve un ring de boxeo o lucha libre. ¡Oh Dios! ¿Cómo terminará esta pelea?
Escuchando
en silencio pero con atención, están el pentagrama y el piano.
La
brisa suave entra por la ventana, levanta un poco al pentagrama y dice: sé que
el calor es lo que está ocasionando este alboroto, pero niñas cálmense, sobre
mí escriben, tachan, vuelven a escribir y vuelven a tachar, y yo no digo nada.
A veces me canso, de tanto ajetreo, ahora ustedes quejándose, peleando. Les voy
agradecer que se comporten, porque ya tenerlas encima es necesario para la
música, quédense en su puesto, por favor.
Las
notas se quedan en silencio, el pentagrama nunca había hablado, y este
continúa:
Si
no fuese por ustedes siempre estaría en blanco a no ser claro está, por las
cinco líneas y los cuatro espacios que tengo, en donde Teresa las ubica según
sea el caso. Ustedes funcionan en armonía, todas son necesarias, así que no
discutan, que me desordenan.
El
piano entra en la conversación, si es que a esto se le puede llamar así, y
dice: si esto es por el calor ¿cómo será cuando haya frío?, se van a colocar
todas en un solo espacio del pentagrama para que les de calor, no me lo quiero
imaginar. El pentagrama dice: gracias Piano por apoyarme.
Las
notas apenadas callan y dejan de discutir. En ese instante se abre la puerta. Es
Teresa, todas sorprendidas y asustadas se quedan inmóviles donde cayeron o
fueron empujadas, se miran unas a otras de reojo, piensan: ¿Y ahora qué
sucederá?
Teresa
se sienta frente a su piano, ve el pentagrama y exclama ¡Qué desorden, yo hice
esto! Este calor, parece traído del Infierno de Dante, me tiene loca, aunque si
lo escribí debió ser por algo, comienza a tocar, le sorprende gratamente lo que
escucha, tiene cuerpo, vida, emoción. Me gusta se dice así misma, debo pulirlo.
Continúa con la composición. Termina su obra con alegría. Piensa: suena
diferente a lo que he compuesto antes, me gusta y eso es lo principal.
No
pasa mucho tiempo. Esa misma noche de verano europeo o neoyorkino, noche más
fresca que el día, más serena, se encontraba la compositora, rodeada de sus amigos y compañeros, decide
estrenarla. Les dice: escuchen con atención mi nueva composición, pero no con
la atención de la mente, sino la del alma, la del corazón, la del espíritu. Entre
los asistentes se encuentra Emile Sauret, tal vez algo tenga que ver en la
inspiración de esta obra, piensa Teresa, ya que llama su atención más allá de
la amistad, y el amor comienza a rondarla, sin sospechar que las notas
desordenadas son las verdaderas culpables del inicio de la partitura.
Teresa
toca magistralmente, al terminar recibe los aplausos y las felicitaciones
respectivas.
La gran Teresa Carreño deleita a su público con
el estreno de su nueva pieza musical La falsa nota, compuesta esa
misma tarde. Todo estaba en completa y total armonía, cada pentagrama estaba
bien presentado, las notas y claves en perfecta ubicación y por supuesto el
piano bien afinado, una noche memorable para el disfrute de la música.
Nadie, en tiempos venideros, pensará que
nosotras las notas y claves musicales, hoy desordenadas, ayudamos a inspirar, a
escribir una obra tan llena de vida, de verdad, como: La falsa nota.