LITERATURA (FICCIÓN)
Por Alexandra Romero**
Emocionado Xavier, contador del Teatro
Teresa Carreño, se preparó para el recital en homenaje a la niña prodigio del piano, Teresita, por Clara Rodríguez,
pianista venezolana ganadora del Premio Lukas de Reino Unido. Él le comentaba a
su esposa Ana, que Teresa Carreño había sido considerada como la más grande
pianista de su época.
Sin embargo, ella solo le decía, con tono burlón, que la verdadera Teresita había muerto el 7 de junio de 1917 a los 63 años. No le soportaba, estaba muy enojada porque estaban llenos de deudas y Xavier solo le contaba sobre las maravillas de esta compositora venezolana con fama mundial.
Al llegar al Teatro Teresa Carreño
Xavier rápidamente se incluyó en la larga fila para comprar la entrada del
evento, dejando a su esposa unos metros atrás por su extremada premura, a
simple vista él hacía pensar que padecía de Trastorno obsesivo-compulsivo, repetía palabras de manera silenciosa y le sacaba
conversación a las personas de la cola de forma desesperada… desenfrenada.
-A los 9
años debutó como solista con la Orquesta Sinfónica de Boston y con la
Filarmónica de Londres. Además, en 1889 regresó a Europa para ser solista de la
Orquesta Filarmónica de Berlín- decía en voz alta pero temblorosa, mientras se agarraba sus manos sudorosas. Su
esposa, le miraba con cara de odio, repudio… y las personas de atrás también ya
las tenía aturdidas por su parlanchina personalidad.
Cuando por fin llegó a la taquilla pidió dos
entradas al vendedor, éste parecía no tener mucha paciencia, además el calor de
ese día le sacaba los demonios hasta al más pacífico. –¿Sabía que compuso el Himno
a Bolívar, Saludo a Caracas, el Vals de Teresita, Himno al ilustre americano,
Danza venezolana, El cuarteto para cuerdas en Si Bemol, entre otras obras? ¿Lo
sabía?- le repetía y volvía a repetía buscando una respuesta de aceptación,
pero éste no emitió nada y solo entregó los dos ticket.
Al tenerlos en sus manos revisaba y volvía a
revisar los boletos como si algo no estuviese bien. Mientras tanto, la gente ya
comenzaba a decirle cosas, pues la cola seguía creciendo y la hora del
concierto se acercaba; Ana tuvo que sacarlo de su letargo con un empujo. Al
llegar a la sala Ríos Reyna se dieron cuenta que el lugar estaba repleto, no
les quedó de otra que pedir permiso para poder pasar y ubicarse en unos
asientos. Xavier estaba sobreexcitado y le comenzó a contar al señor ubicado a
su derecha que Teresita al regresar a Venezuela en 1885 no le fue muy bien.
-La
sociedad caraqueña empezó a adoptar una actitud de rechazo hacia nuestra
Teresita, por ser una mujer divorciada y vuelta a casar ¡Eso era un escándalo!
Tuvo que abandonar la ciudad en 1886, ¡No estaba cómoda!- le expresó molesto.
El señor luego de escucharlo con atención se presentó extendiendo su mano, no
obstante, Xavier no podía aceptarla, su miedo a los gérmenes se lo impedía, lo
que generó desagrado e impresión de rechazo en la acción.
-La mala educación
se puede observar en su actitud. Pensé que era mucho más inteligente- Aseveró
el señor con ceño fruncido.
Al faltar
solo minutos para dar inicio al recital Xavier sintió ganas de ir al baño. Le
dijo a Ana que ya volvía. Salió tropezando y pinzando a las personas hasta que
llegó a la puerta. Corrió hasta el baño, estaba lleno, le tocó esperar, era el
último, silbaba para distraer su mente y no pensar en sus necesidades, agarraba
sus extremidades. Cuando por fin entró no había nadie, estaba alegre por eso. Al salir
lavó y secó sus manos. Mientras se dirigía a abrir la puerta para volver a su
asiento sintió cuando alguien le tapó la boca y clavó la punta de un cuchillo
sobre su espalda. Xavier intentó hablar, pero las palabras no salían de su
boca.
-Adiós, iré a ver como juegan con el instrumento-
le susurraron al oído.
El dolor
que sentía era agudo, terriblemente intenso. Después sintió como la oscuridad
se apoderaba de él, cayó el frío, cayó la muerte, no logró presenciar el
homenaje de Teresita, su Teresita, su artista. No pudo sentir ese temblor que recorre
la espalda, o esa cálida sensación romántica que erizan los vellos de los
brazos… como sea que se presente, es momento de placer sublime. Murió. ¿Quién
lo mató?
*Este fue uno de los trabajos resultados del II Taller de Escritura Creativa dedicado a Teresa Carreño, realizado en Sala de Lectura del Centro Documental, abril-junio de 2016.
**Comunicadora Social Mención Impreso egresada de la Universidad Santa María. Estudiante de Archivología en la Universidad Central de Venezuela. Especialista en redes sociales y gestión de contenidos periodísticos.
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